El vamping, el ningufoneo, la nomofobia o la dismorfia de Snapchat son términos cada día más comunes entre la gente. Pero lo grave es que son enfermedades que día a día ganan terreno, especialmente entre los jóvenes.
La OMS ha advertido que en los últimos años los casos de obesidad y riesgo cardiovascular han aumentado especialmente en los jóvenes entre 13 y 15 años. Esta problemática -aseguran los especialistas- está relacionada con el sedentarismo promovido por el exceso en el uso de dispositivos electrónicos.
Se habla también de un incremento en la aparición de tumores cerebrales y, aunque aún no ha sido comprobado, muchas de las teorías médicas apuntan a los teléfonos celulares como una de sus causas. Así mismo, el “text neck” y los dolores en las muñecas, codos y ligamentos que se presentan actualmente son derivados de la misma práctica: ¡demasiadas horas frente a la pantalla del celular!
Está claro que, desde la medicina, se han prendido las alarmas. Sin embargo, son los psicólogos y psiquiatras quienes se encuentran más preocupados frente a las diferentes enfermedades y síndromes con los que hoy tienen que lidiar los adolescentes. Hablamos con la psicóloga Marcela Vallejo, orientadora del Colegio Rochester, para analizar algunos de estos problemas.
Vamping: un término en inglés que mezcla vampire + texting y define la práctica de enviar mensajes durante la madrugada. “Esta es una situación que se presenta con muchísima frecuencia en jóvenes, pero también en adultos”, comenta la doctora Vallejo. “Vemos que ambos grupos están teniendo dificultades no solo para discernir entre los contenidos que consumen, sino también durante los periodos de tiempo y los horarios en que lo hacen. Las repercusiones son bastantes, como alteraciones del sueño, problemas de insomnio, de ansiedad, y de irritabilidad, que repercuten en el rendimiento académico de los estudiantes e incluso pueden llevar a situaciones de depresión”.
Muchos aseguran que el mayor riesgo, en este sentido, consiste en que, durante la madrugada, es muy difícil vigilar a los jóvenes (sin los acuerdos o el controlador externo), con lo cual quedan en mayor riesgo de otro tipo de problemáticas asociadas, por ejemplo, a las redes sociales.
Ningufoneo: Este nuevo término hace referencia al desprecio hacia las personas que están alrededor, por dar prioridad al uso del celular. “Desde la clínica, podría hablarse de conductas obsesivo-compulsivas”, comenta la especialista. “Nos enfrentamos a niños que sufren de ansiedad cuando no pueden usar el celular o los videojuegos o, incluso, a niños que tiene ataques de ira, que dejan de bañarse, de alimentarse adecuadamente o de gestionar relaciones reales y de calidad con sus padres y amigos por la necesidad de estar frente al celular o una consola de videojuegos. Todo esto presenta un impacto en la satisfacción de las necesidades psicológicas y, por tanto, en la salud mental”.
Nomofobia: Muchos especialistas del mundo ubican este síndrome (la necesidad de estar conectados todo el tiempo a la tecnología) entre las adicciones no químicas o psicológicas, como el sexo, las compras o el juego. Los videojuegos (que cada día son más llamativos y espectaculares), las redes sociales y este tipo de estímulos generan dopamina, un neurotransmisor que produce algo parecido a la felicidad, y que le pide al cerebro cada vez más, generando una dependencia cada día más fuerte”.
Dismorfia de Snapchat: Los primeros en hablar de esto fueron los cirujanos plásticos.m“Las niñas y adolescentes llegan con fotos editadas con filtros ‘embellecedores’ y quieren quedar igual”, asegura el cirujano plástico Nicolás Heredia. Por su parte, Marcela Vallejo explica: “Las necesidades de sentirse querido e importante dentro de un grupo son esenciales para los adolescentes, ya que están forjando una personalidad. Así que este tema de los filtros y de las redes sociales está incrementando los problemas de autoestima, ya que nos están mostrando imágenes que se alejan de la realidad corporal de los jóvenes con el deseo de parecerse a alguien más”. “¿Hasta dónde pueden construir relaciones de calidad estos chicos? Veo que, más bien, este tipo de prácticas hace que los jóvenes se cuestionen su valor como persona y determinan por completo su estado de ánimo”, concluye.
Algunos consejos para mejorar la relación de los niños y jóvenes con la tecnología
- Hablar claramente con ellos acerca de los riesgos: aquellos relacionados con la salud, pero también aquellos que se relacionan con el hecho de interactuar con personas desconocidas a través de los dispositivos.
- Hacer acuerdos claros sobre horarios, tiempos, responsabilidades, lugares y personas. Cuándo se puede usar el celular y cuándo su uso está restringido. Es muy importante que los padres también cumplan con estos acuerdos.
- Promover siempre, como prioridad, las relaciones de calidad.
- Enseñar a los niños a ser ciudadanos digitales responsables.
- Fomentar diferentes maneras de diversión: clases extracurriculares, salidas a parques, hacer deporte, etc.