La Depresión: Un grito de Auxilio

Sólo cuando la mamá de Sebastián recibió un mensaje de texto de su hijo, de apenas 13 años, en el que le decía que no aguantaba más, que estaba desesperado, se dio cuenta de que la supuesta tristeza de su hijo era más grave de lo que pensaba.

Como ella, muchos padres confunden la depresión con sentimientos pasajeros de dolor, o con estados de ánimo asociados a su edad. La mamá de Sebastián pensaba que la profunda tristeza de su hijo era producto de su separación, por eso trataba de alegrarlo dándole las cosas que sabía que le gustaban, pero sus esfuerzos eran inútiles. Sus familiares le decían que eso eran bobadas que traía consigo la pubertad, porque un joven que lo tenía todo y al que le regalaban tantas cosas no era más que un caprichoso al comportarse así.

La conducta de Sebastián tenía algo en común con un pequeño de un colegio público localizado a muchos kilómetros de su casa y quien tenía desesperada a su profesora por su agresividad; detrás de ese niño de apenas 6 años que había bajado su rendimiento escolar y que parecía malcriado y sin límites, había un pequeño que no sabía cómo expresar un sentimiento que lo tenía agobiado. Dos menores distintos: uno de un colegio público y otro de uno privado, uno pequeño y otro adolescente, uno con más recursos que el otro. Los dos estaban pasando por un período de depresión. Estos casos, reales, los exponemos para ilustrar que la depresión no diferencia edad ni condición social.

Para la psiquiatra Pilar Arroyave [@pilararroyave] es importante reconocer la depresión como una enfermedad y no como un sentimiento pasajero, y más importante aún es aprender a reconocerla y a diferenciarla de la tristeza. “Los menores no se deprimen como nos deprimimos los adultos, que por lo general nos ponemos tristes y lloramos. Hay niños y jóvenes que no saben qué es lo que tienen y se ponen irritables y confrontadores. Es fundamental estar pendientes de quienes presentan cambios de comportamiento. Al adolescente juicioso y organizado que de repente comienza a mostrar bajo rendimiento escolar o se pone más impulsivo, algo le puede estar pasando”.

Es muy fácil que los padres o educadores se confundan pensando que el comportamiento tiene algo que ver con los cambios físicos, psicológicos, sociales y cognitivos que experimentan los jóvenes durante la adolescencia. “Uno de los errores más graves que cometen los adultos es creer que niños y jóvenes siempre deben ser felices. Tienden a confundir su forma de expresar sus sentimientos y lo que hacen es calificar a un niño deprimido como un necio o un malcriado”. Lo más grave es que la situación se complica cuando en vez de darles una ayuda real (porque ni ellos mismos saben qué tienen), lo que hacen es castigarlos o tratar de subirles la moral con regalos y no con lo que verdaderamente necesitan: amor, atención, tratamiento y consuelo.

Señales de alarma

Todos los niños y jóvenes del mundo se entristecen esporádicamente, pero hay que saber cuándo la situación va más allá. Se ven ausentes o lejanos, con la mirada apagada, tienen dificultad para experimentar placer incluso con aquellas cosas que antes les gustaban, pierden la energía, experimentan sentimientos de desesperanza y desamor, tienen cambios en los hábitos alimenticios, no duermen igual que antes, empiezan a sufrir dolores de estómago o de cabeza, se tornan agresivos y en algunos casos hasta cambian sus hábitos de higiene.

¿Cuándo hay que preocuparse?

Si éstos no son síntomas pasajeros o no son reacciones asociadas a algún suceso, pueden ser motivos de preocupación. Si la tristeza profunda se presenta después de críticas o sucesos negativos puede considerarse normal, pero si esta tristeza dura mucho tiempo, los padres y profesores deben preocuparse. “Si un estado de tristeza se prolonga en el tiempo o sus síntomas se agravan puede llegar a convertirse en un trastorno depresivo”.

Asegura Arroyave, que la depresión infantil y juvenil puede ser transitoria, pero como toda enfermedad, si no se trata, tiende a complicarse generando posiblemente conductas autodestructivas. ”Los niños y los adolescentes son seres muy complejos, que no funcionan como un adulto. Ante episodios de este tipo se requiere una evaluación especializada”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2020, la depresión será la segunda causa de incapacidad en el mundo. Existen factores genéticos y psicosociales que pueden actuar como desencadenantes. La buena noticia es que es una enfermedad tratable. Es importante tomar medidas pues el trastorno depresivo afecta no sólo el organismo, sino también el estado de ánimo y hasta la forma de concebir la realidad y el valor que cada persona se da a sí misma; los menores que lo padecen creen que todo lo han hecho mal, magnifican sus errores y experimentan sentimientos de culpa exagerados.

Es importante recurrir a psicólogos o psiquiatras pues no importa la edad, el sexo o la situación de la vida, la persona que experimente síntomas depresivos debe ser diagnosticada y tratada para revertir su condición.

Cómo responder a la Depresión

Es muy importante que los padres y los profesores estén atentos a los cambios de los menores y se apoyen mutuamente en caso de necesitar ayuda. Se debe buscar además la intervención de profesionales, pues el niño o joven puede estar diciendo, a su manera, que le presten más atención a sus sentimientos.

A continuación, algunas recomendaciones que sobre el tema da Berry Brazelton, profesor emérito de pediatría de la Universidad de Harvard:

– No lo presione pero ayúdelo a reconocer sus sentimientos y estimúlelo, sin obligarlo, a realizar las actividades que le gustan.
– Aumente su amor propio demostrando su admiración por él y reconociendo pequeños triunfos.
– Hay que tomarlo en serio. “Sacarlo de su estado a base de bromas no funciona y desvaloriza sus sentimientos”.
– Déjele saber al niño o al joven que entiende que esté triste y que hay formas de conseguir ayuda para superar lo que está viviendo.
– No lo presione para que se desahogue con ustedes a menos que estén seguros de poder enfrentar lo que les pueda decir.

Es difícil reconocer la depresión en los menores debido a que su comportamiento normal se caracteriza por variaciones del estado de ánimo. Es común confundirlos con un proceso normal asociado a la maduración, los cambios hormonales y los conflictos familiares.

Fuente:

Cardona Lenis, Sandra.

La Depresión: Un grito de auxilio.

En: Revista Edu.co.

ISSN 2145 7328

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