Los adolescentes, al entrar en esta nueva etapa, van elaborando tres duelos: el duelo por el cuerpo que dejan atrás, el duelo por la identidad y el rol infantil y el duelo por los padres infantiles.
Cuando nos retan y traspasan los límites generalmente es porque están en plena experimentación. Pero claro, esto tampoco les debería dar carta blanca para comportarse como quieran, y por eso los límites también son importantes. Si crees que tu hijo adolescente “es muy rebelde”, puedes diferenciar lo que significa ser rebelde y sus causas más comunes.
¿Qué significa “ser rebelde”?
El significado de rebeldía no es unánime, y de hecho, hay varias definiciones al respecto. La Real Academia Española (RAE), por ejemplo, explica que ser rebelde (rebelarse) significa “sublevar, levantar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida”. Es decir, explica la “rebeldía” como una forma de desobediencia.
Podemos entender la rebeldía como una forma de oposicionismo; no seguir las normas, apartarse de ellas, ser desafiante con los límites. Es decir, el concepto engloba una serie de conductas que nos esperamos de alguien que es “rebelde”. Lo cierto es que tiene cierta connotación negativa, que asociamos con “portarse mal”, pero también con “tener mucho carácter” o personalidad. Cuando nos referimos a los adolescentes, nos imaginamos hacen lo que quieren o que no obedecen.
Rebeldía VS trastorno de conducta
Desde la psicología clínica, el concepto de rebeldía, si aparece como una conducta muy interferente, podría estar definiendo un trastorno de conducta (TC). Sin embargo, en este este último caso, para hablar propiamente de un TC, deben aparecer otros síntomas, malestar, interferencia en la vida diaria y una duración mínima de seis meses. Es decir, “ser rebelde” no es lo mismo que “tener un trastorno de conducta”, aunque los chicos con trastorno de conducta muestran, entre otras conductas, rebeldía.
Causas de la rebeldía adolescente
Hay varias causas, y de diferente naturaleza, que explican esta rebeldía adolescente; estas pueden ser algunas de las más importantes:
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Cerebro inmaduro
Un factor que explica en parte la rebeldía propia de los adolescentes es el cerebro adolescente. Sabemos que el cerebro, especialmente las zonas del lóbulo frontal y prefrontal aún no están completamente desarrollados en la adolescencia. Y estas zonas del cerebro son las que están implicadas en la capacidad para inhibir la respuesta (es decir, para ser menos impulsivos), el control, la motivación y la planificación. Por lo tanto, con estas áreas aún inmaduras, el adolescente puede actuar de forma más impulsiva y menos controlada.
Por otro lado, el cerebro adolescente es más sensible a la acción de neurotransmisores como la dopamina, una hormona relacionada con la búsqueda de sensaciones placenteras y las conductas de riesgo, estando así estas conductas más presentes en muchos adolescentes.
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Cambios hormonales
Otro factor que explica la rebeldía adolescente son los cambios hormonales. La testosterona por ejemplo se asocia a una mayor competitividad y agresividad. Y en las chicas, al llegar a la pubertad, los cambios hormonales durante el ciclo menstrual pueden generar irritabilidad y cambios en el estado de ánimo.
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Búsqueda de independencia e identidad propia
Los niños, ya desde pequeños, buscan diferenciarse de sus padres. Empiezan a hacerlo en la etapa del “no”, alrededor de los dos años. Es normal que busquen su propia autonomía, y que, a través de ella, construyan un escenario para descubrir quiénes son, cómo se sienten, qué les gusta, etc. Esta es la construcción de su identidad.
¿Qué ocurre? Que, aunque tengan más recursos (cognitivos y lingüísticos) para empezar a ser más independientes y maduros, tampoco pueden serlo al 100%; y esas limitaciones y obstáculos que se encuentran para lograr su independencia causan frustración, generando en ellos conductas desafiantes o catalogadas como “rebeldes”.
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Temperamento y personalidad
El temperamento sería como “la personalidad del bebé y del niño”. Es la parte más biológica de la estructura que define cómo somos, y la que predomina durante la infancia y parte de la adolescencia.
El temperamento está determinado por la genética, a diferencia de la personalidad, que también se construye a partir de las experiencias vividas. Pues bien, puede ocurrir que el temperamento y la personalidad del adolescente lo predispongan a ser más rebelde.
Esto puede acentuarse en la etapa adolescente (por sus características y cambios) pero la intensidad de esta rebeldía suele disminuir con el tiempo y con un acompañamiento adecuado por parte de los padres (a veces se necesitará también un acompañamiento profesional).
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Problemas en casa o el colegio
Los problemas en casa o en el colegio, sean del tipo que sean (violencia, abusos, bullying, etc.), también pueden generar trastornos de conducta o rebeldía en los adolescentes. Es normal que este tipo de problemáticas les genere estrés o frustración al no saber muy bien cómo gestionarlas, y que de ahí aparezcan comportamientos inadecuados o de rabia.
Por otro lado, recordemos que la rabia muchas veces es una emoción que tapa otras, como la tristeza; por ello la rabia no siempre es rabia, sino tristeza encubierta que puede haber tras este tipo de problemáticas.
Entonces, ¿es una etapa o una forma de ser?
Pues seguramente, ambas cosas. Un adolescente puede tener un temperamento más “rebelde” o nervioso, sobre el que se construirá su personalidad, pero a su vez, todo esto ocurre en una etapa compleja y llena de cambios.
Por lo que, la rebeldía en la adolescencia puede deberse a ambos factores (origen biológico y ambiental); lo que ocurre es que, generalmente, los problemas de conducta se suavizan con los años, aunque el adolescente en cuestión ya tenga un temperamento de este tipo.
Por otro lado, puede ocurrir que nuestro hijo no tenga un temperamento de este tipo y que, sin embargo, muestre este tipo de conductas rebeldes, debido a la etapa en la que está inmerso, que las propicia más fácilmente.
Sea como sea, si tu hijo empieza a mostrar comportamientos de este tipo, la paciencia, el respeto, la escucha activa (cuidar la comunicación con nuestro hijo) y la empatía son ingredientes clave que te pueden ayudar a acompañarlo. Y sobre todo, si la situación se vuelve demasiado intensa, siempre puedes recurrir a la ayuda de un psicólogo especialista en adolescentes.
Información tomada de: La rebeldía en la adolescencia: ¿una etapa o una forma de ser?
Por: Mariana Marroquín Ortiz
Equipo de redacción Los Mejores Colegios