Este año pasará a la historia como aquel en el cual estuvimos sujetos a la Pandemia del Covid 19; y Si todo resulta bien, en un tiempo pasará la enfermedad y el contagio y cada uno, individualmente, y los grupos humanos, colectivamente, tendremos que hacer un balance sobre qué aprendimos.
Lo más importante para los colegios estará dado por saber cómo este tiempo cambió a las personas, a los padres de familia, a los docentes y a los estudiantes. Todavía es pronto para saberlo y creo que fundado en esa esencia que implica la respuesta libre del hombre, el contenido variará de unos a otros. Nada es seguro hoy, y menos en el futuro. Muchos aprenderán el valor de lo sencillo, del hogar, de la solidaridad, de la paciencia, de la esperanza, de la fortaleza y de la creatividad. Otros podrán desilusionarse de la vida, de la ciencia, de la sociedad, de la codependencia, de la fragilidad humana y de la impotencia para planear y solucionar problemas, añorando un pasado que ya no es. Hoy estamos a tiempo para decidir de qué lado estar en el futuro.
En el San Tarsicio, este tiempo ha sido importante para estrechar la unión de las familias con el colegio, para valorar lo que vivíamos en la cotidianidad, para profundizar en lo humano y para todos juntos seguir adelante en las metas propuestas de formar bien a los estudiantes, no solamente manteniendo un nivel académico, sino principalmente buscando hacer sentir a todos que somos parte de una misma comunidad. Es así como la frase “los colegios son lo que son sus familias” ha tomado un tono cada vez más vivo en el que hemos llamado “Colegio en el Hogar”.
La responsabilidad, la entrega, la comprensión, el esfuerzo y el trabajo en grupo han sido características que han sobresalido en nuestras familias. Y a la vez, en la encuesta realizada a los padres de familia, observamos cómo ellos ven lo mismo en los docentes, que han demostrado entrega a sus alumnos, dedicación a su trabajo, comprensión y flexibilidad ante las situaciones y el ejercicio de una autoridad amable que genera un liderazgo propio de su labor.
Esos dos pilares, padres de familia y docentes, han dado la fortaleza a los estudiantes para seguir adelante y con madurez, la propia de cada edad, asumir este suceso inesperado como una oportunidad para continuar con los propósitos de aquello que se ama. Ver después de un tiempo, no a pesar de la virtualidad, sino con ella, el desarrollo de las clases de todas las materias, de los boletines semanales personalizados llegando a casa, ver a los jefes de la Banda Marcial practicando y grabando una nueva canción, ver las izadas de bandera con una asistencia de casi del 100%, observar las actividades extracurriculares tanto deportivas como musicales llevándose a cabo con nuevas metodologías, ver a los estudiantes de once, que dejaron tantas actividades de cierre de año sin realizar, no perder el buen humor y liderar actividades para sus ahijados de Prejardín, para la población donde irían en Misión Evangelizadora, para la Banda, para el Anuario y conseguir avanzar en su paso a la Universidad, nos llenan de esperanza por un mundo mejor y dan un ejemplo de cómo siempre podremos aprender y seguir adelante.
Mucho se ha dicho sobre la importancia de la tecnología y que en ella está el futuro de los trabajos y de las relaciones humanas, llegando a transformar por su influencia en las personas y las sociedades, reemplazando funciones laborales y aún acciones y partes biológicas del hombre mismo. Hoy, con más intensidad, vemos cómo los medios tecnológicos son una dimensión importante para los niños y jóvenes, y esa transformación tecnológica que se ha acelerado dramáticamente, llegando a la educación para quedarse; pero lo que no podemos perder de vista es que siempre será un medio para lograr los verdaderos fines humanos de la educación, la cual, en el San Tarsicio es formar personas buenas, personas que sepan usar esa tecnología para hacer del hombre un ser más humano y no un robot. Ojalá esa sea la lección mejor aprendida por todos.
Juan Antonio Rodríguez Flórez
Rector Colegio San Tarsicio