Conoce los aprendizajes a partir del COVID-19 para nosotros y el mundo

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El marco de la pandemia nos ha llevado a replantearnos y a resurgir como individuos y como sociedad. Debido a esto, ver cada cambio que ocurre como un aprendizaje, es una experiencia en la que no solo del actuar, sino el pensar de todos influye. Por tanto, ¿cuáles son las enseñanzas a partir del COVID-19?

Cerrando formalmente el año académico 2020, todos compartimos la percepción de la rapidez con la que pasó, a pesar de todos los cambios y circunstancias.

Siento y pienso que ya hemos hablado suficiente, en los distintos contextos y entornos de los que hacemos parte, de todo lo que representó y generó el Covid 19 en este 2020. Es un hecho, que el virus apareció, llegó y nos afectó. Pero también es un hecho, y aún más importante, que hemos sobrevivido, que seguimos vivos y que eso nos permite seguir soñando y planteando el futuro que cada quien quiere para su vida y el que queremos como colegio para nuestra institución.

Es gratificante mencionar hoy que, además de haber logrado la continuidad de nuestras labores durante todo el año, gracias a nuestro compromiso, vocación, dedicación y al acierto en las herramientas tecnológicas escogidas, sentimos que hubo crecimiento y desarrollo personal en todos nosotros y en muchos sentidos.

Por eso, a partir de este hecho irrefutable y valioso, mi invitación es a que nos planteemos el yo de cada uno que surgirá posterior al COVID y, cómo el Gimnasio El Portillo demostrará los aprendizajes adquiridos desde esta experiencia. Porque, si superamos esta situación es porque claramente hay una intención y un propósito para nuestra existencia, que amerita que marquemos la diferencia desde ahora. Se suele hablar del mundo que surgirá después del Covid y de la manera en que nos relacionaremos post-covid. Yo creo, que cronológicamente hablando y teniendo en cuenta la velocidad del tiempo con la que inicié este relato, ya se deben empezar a notar y gestar los cambios, pues, ya podemos asumirnos y contemplarnos antes del Covid y después del Covid, independientemente de que el virus aún siga presente y no haya podido ser erradicado.

Si, a pesar del encierro, del estricto confinamiento, de los primeros tres o cuatro meses de esta pandemia, con tanta incertidumbre, tanto desconcierto y tantas emociones encontradas, logramos cumplir con todos los objetivos de formación integral propuestos para el año, tenemos que tener claro que cualquier meta que nos propongamos de ahora en adelante tiene que ser alcanzada. No sólo por la resiliencia que hemos desarrollado y demostrado, sino porque todo esto nos sirvió para aprender a valorar, extrañar, reconocer y agradecer mucho más de lo que solíamos hacer.

Definitivamente ahora como sociedad tenemos un compromiso innegable: demostrarle al mundo y trazar el camino para que las futuras generaciones comprendan que más allá del qué, el cómo, el dónde y el cuándo sobre este virus, nos centramos en el para qué y que eso fue lo que nos obligó a resurgir y replantear para siempre el sentido de nuestra existencia.

No en el sentido tan desgastado del término reinventarnos, que es distinto. Lo que se esperaría, es que, a partir de este tiempo tan prolongado de distanciamiento del exterior, de todo el ruido de la ciudad, de todas las actividades y reuniones que colmaban nuestras agendas y del redescubrimiento de nuestro yo, de nuestro interior, del contacto con el silencio, de tantos momentos verdaderamente compartidos con el núcleo familiar inmediato, de comprender y asumir nuestra fragilidad y temporalidad, redireccionemos verdaderamente nuestras vidas hacia la felicidad.

Si antes hablábamos de que había que aprovechar la existencia, ahora más que nunca tenemos que decirlo y hacerlo realidad. El mundo se conectó como nunca gracias al virus. Aunque, el internet ya estaba permitiendo desde hace algunos años, dicha conectividad, el asumirnos todos como especie vulnerable, frente al mismo virus, nos hizo comprender cómo humanos que el mundo es uno solo, independientemente de las fronteras, los meridianos y los paralelos.

El sentido de localidad, por ejemplo, perdió validez, frente a la realidad y las posibilidades globales que surgieron con todas las plataformas que nos demostraron que, independientemente de donde vivamos, podemos relacionarnos e interactuar con personas de todo el mundo sin ni siquiera salir de nuestras casas.

El mundo que antes veíamos pequeño y limitado, ahora nos surge demasiado amplio y a la vez demasiado posible de recorrer a través de las pantallas.

En ese sentido, si a nosotros ya adultos nos emociona y nos reta esta posibilidad, supongo que es clave que los niños comprendan lo que esto significa en términos de oportunidades para su vida y sepan aprovecharlo al máximo.

Igualmente, a partir de todo esto, creo necesario revaluar los héroes y los íconos que como sociedad veníamos validando, siguiendo, imitando y alimentando; influenciados por las tendencias, las redes sociales y los valores materiales principalmente.

Este año más que nunca fuimos conscientes de que la verdadera heroicidad está en: el servicio, desprendimiento, generosidad, capacidad de amar, empatía, unión, solidaridad, incondicionalidad, lealtad, escucha activa, asertividad, familia, en fin. En tantos valores y cualidades, para nada materiales, que nos han permitido sobrellevar esta situación.

Sinceramente, pienso que este capítulo de la humanidad debe hacer que valoremos todos los oficios, todos los trabajos, que respetemos las vocaciones y entendamos que, como sociedad, necesitamos ante todo de los profesionales de la salud, pues son los únicos que pueden garantizar la perdurabilidad y el bienestar de nuestra humanidad; que valoremos el trabajo de todos los maestros del mundo que acompañan vidas a desplegar su ser y desarrollar su potencial único y particular en este mundo, educando, paralelamente, a la persona y a la sociedad, pues el fin jamás es la persona en sí y para sí, sino la persona como parte de la humanidad para representarla y darle continuidad.

La conclusión también apuesta a la concientización sobre nuestra esencia de seres sociales. Nos necesitamos. Nos complementamos. Disfrutamos interactuando y compartiendo. Relacionarnos nos enriquece. Es en el otro y con el otro en donde me descubro, valido y afianzo mi identidad. De ahí, que el gran aprendizaje sea el de la convivencia. Cuando volvamos, estoy segura nos respetaremos más, nos aprovecharemos más, y nos querremos más, porque todo esto nos enseñó a valorarnos de verdad.

Es evidente que más allá del currículo y los planes anuales de cada área, el 2020 nos trajo demasiadas lecciones y superó todas las expectativas de aprendizaje y crecimiento.

Pero, es evidente también que somos privilegiados. Esta narración que estoy haciendo hoy aquí no corresponde ni cabe en la mayoría de las ciudades de nuestro país, e incluso en la mayoría de barrios de nuestra ciudad. Nosotros, hemos sobrellevado la situación rodeados de amor, con nuestras necesidades básicas garantizadas, distraídos y ocupados en nuestras actividades y rutinas desde otros escenarios y desde la intimidad de cada hogar, pero con techo, internet, Rappi, Netflix, sistemas de televisión por cable, puede que hasta Amazon prime y ahora Disney Plus; pero sin hambre, con calor de hogar, con el motor permanente del amor de nuestras familias y por nuestras familias que nos hace despertarnos cada día y querer seguir luchando, y, definitivamente, desde mi condición de católica, con la fortuna mayor de tener a Dios en nuestras vidas y nuestros corazones.

Por eso, después de esta experiencia creo que la sonrisa en nuestros rostros debe ser permanente, más amplia, menos esquiva, porque somos afortunados. Con lo anterior, los invito a pensar muy bien en sus sueños, en todo aquello que los apasiona, que los mueve, que los hace dedicar horas enteras sin afán y sin cansancio para que se decidan a hacerlos realidad y a vivir sus vidas motivados desde su interior, desde sus corazones.

Que el 2021 nos encuentre siendo mejores seres humanos, más sensatos, más humildes, más conscientes, y, definitivamente, más humanos.

Conoce más sobre este colegio en: www.gimportillo.com

Créditos
Especial para Los Mejores Colegios
Por: Liliana Duarte Medina
Filósofa y Literata Universidad de Los Andes
Magíster en educación Universidad de Los Andes
Coach certificada IFC.
Directora Pedagógica Gimnasio El Portillo.