Bitácora de la adaptación de los colegios a modelos virtuales. Una perspectiva basada en la experiencia del Gimnasio Toscana

Toda especie se caracteriza porque evoluciona, se construye y cambia como grupo, y esta no es una característica individual. Entonces, como una comunidad los colegios hemos tenido que evolucionar en un muy corto tiempo.

A diferencia de la evolución biológica que tarda muchos años en la mayoría de las especies, nosotros hemos tenido que reinventarnos como institución educativa en un lapso muy corto y vertiginoso de tiempo.

Este cambio en el contexto exigió de nosotros como educadores una adaptación profunda y repentina en todos los aspectos de nuestra vida, no solo en nuestro quehacer, sino también en nuestras rutinas, en la manera de interactuar en nuestros hogares y además con nuestros estudiantes. Todo esto supeditado al rompimiento de las fronteras entre lo íntimo y lo público. Nuestros hogares se han transformado en lugares de trabajo, creando intersecciones, caos y desequilibrio, características inherentes a un cambio.

Al principio del aislamiento físico social era incierto el camino a seguir. Muchos colegios contaban con los recursos y la experiencia tecnológica necesaria, otros no tuvieron tanta suerte y muchas instituciones definitivamente no poseen la manera de superar problemas de suministro de equipos y de conectividad, elementos indispensables para abordar un modelo virtual.

Teniendo una desigualdad tan marcada, es muy difícil propender por una educación virtual que garantice la cobertura y mucho menos la calidad. En casi tres meses se le presenta al mundo de la educación dos grandes retos: evitar la deserción y, generar cobertura de calidad en ambientes virtuales.

No necesariamente una condición supedita la otra, porque una razón muy fuerte que empuja a la deserción estudiantil es la crisis económica que enfrentan muchos hogares. Sin embargo, la facilidad para adquirir los conocimientos y habilidades que se generan dentro de la educación formal también minimiza el riesgo de abandono del proceso educativo.

El punto de interés en este momento es garantizar los espacios de encuentro con nuestros estudiantes y sus familias. Es en ese aspecto que los colegios hemos tenido que flexibilizar franjas horarias, tiempos de ejecución, didácticas creativas, formas de evaluación y retroalimentación dentro de aulas virtuales. Plataformas de apoyo como Moodle, Google Classroom, Zoom y un sin fin de aplicaciones nos están permitiendo conectarnos con nuestros estudiantes.

Hemos evolucionado, nuestras clases en la actualidad no son lo mismo que cuando iniciaron los confinamientos. En cuestión de poco tiempo hemos pasado a manejar herramientas que antes no conocíamos. Hoy grabamos clases, diseñamos pruebas virtuales, abrimos canales en Youtube, experimentamos mediante laboratorios virtuales y hasta hacemos clases de acondicionamiento físico, danzas, arte; actividades que en principio difícilmente se concebirían de manera virtual.

Esta nueva realidad digital ha implicado para todos los que conformamos la comunidad educativa del Gimnasio Toscana un gran esfuerzo, representado en inversión de horas de trabajo, diseño de herramientas y recursos, pero sobre todo, una gran recursividad para abrir espacios y tiempos de encuentro con estudiantes que no cuentan con suficientes equipos en sus casas o que su conectividad es intermitente. Los maestros hemos afianzado nuestro poder de autoaprendizaje, autoevaluación y autocrítica con miras a crear mejores experiencias de aprendizaje y comunicación cada día.

Dentro de este escenario, un fenómeno recurrente es el empoderamiento que ha recobrado la familia en el proceso de formación de los niños, niñas y adolescentes. Ella retorna a su rol y a su protagonismo dentro de la sociedad. Los padres de familia han conocido a sus hijos, han vivido con ellos sus jornadas de estudio, sus fortalezas y dificultades las han evidenciado en tiempo real, muchos han comprendido que la labor de un docente no es fácil, otros generan juicios muy fuertes, pero todos de alguna manera están cercanos a sus hijos.

Las familias necesitan estrategias de manejo en casa, estrategias diferenciadas, por lo tanto, nos hemos visto obligados como colegio a generar encuentros virtuales con áreas académicas, de convivencia o psicología con el fin de brindar soporte a los padres de familia y continuar de esta manera acompañando el proceso de los estudiantes. El seguimiento de ellos es ahora más exigente e involucra llamadas a los hogares, acuerdos de entregas de actividades, encuentros con grupos de padres de familia para escuchar sus solicitudes o sus dudas con el fin de llegar a establecer pautas de trabajo mancomunado. A diario se realizan reuniones de maestros evaluando la jornada, las estrategias y los acuerdos de manera que se puedan ajustar proceso con miras a brindar un mejor servicio.

Todo este andamiaje requiere tiempo, trabajo adicional y rompimiento de paradigmas. La flexibilidad y la creatividad son nuestras mejores aliadas, por ello estamos constantemente reinventándonos, buscando los mejores caminos, trabajando de manera sistémica con un equipo interdisciplinar que busca cerrar grietas, acompañar, orientar y estar encaminado a la consecución del bien común.

Juntos en una reingeniería constante podemos lograr generar una enseñanza presencial mediada por herramientas virtuales. De este momento nos están quedando no solamente aprendizajes, sino también herramientas, estrategias, que muy seguramente cuando volvamos a nuestro colegio de manera presencial, apoyarán y enriquecerán nuestra didáctica.

Ojalá al regreso a las aulas no volvamos a ser los mismos, sino un equipo humano que se recrea y que reconoce en el otro a un igual, respetando su vida, su forma de aprender y de desaprender, tolerantes, buscando la equidad y el cuidado del otro.

Especial para Los Mejores Colegios
Por: Luz Ángela Niño
Magister en cognición y Especialista en currículo y gestión.
Coordinadora Académica Gimnasio Toscana