La vida nunca deja de sorprendernos. Hay momentos en que la felicidad nos invade por completo y otros en que la tristeza nos derrumba. Nunca sabemos en qué momento llegarán ni como actuaremos, sin embargo, siempre nos decimos que estaremos listos para afrontar con disposición, actitud y paz lo que venga, pero hasta en las situaciones más pequeñas, llegan pensamientos negativos.
Cuando las cosas van demasiado bien, creemos que algo malo pasará. Cuando vemos que alguien está teniendo éxito, envidiamos o juzgamos. Cuando se menciona la vida, recordamos la muerte. Los pensamientos no se dividen en buenos o malos, sino en aquello que aporta, enseña y disfrutamos, frente a lo que nos entristece, enoja y nos impide avanzar. Nosotros decidimos.
Cada uno de nosotros, ante diversas situaciones, debe elegir caminos, algunos fáciles y otros que parecen imposibles de recorrer. Cuando situaciones cotidianas como ingresar a nuestras redes sociales nos afectan porque nos comparamos, podemos elegir bloquear, reportar o simplemente ignorar a las personas. Sin embargo, preferimos seguir ahí, elegimos hacernos daño. Puesto que, investigadores han comprobado que envidiar a nuestros amigos en Facebook, en realidad, conduce a la depresión. Y, es sólo una de las trampas que nos ponen nuestras mentes.
En momentos también cotidianos, pero mucho más impactantes como la muerte de un familiar cercano, podemos llorar, recordar y abrazar, hay tantas acciones que podemos realizar y, sin embargo, nublamos nuestros espacios con los malos pensamientos. Elegimos culparnos, cuestionar lo que hicimos, odiar la vida.
Amy Morin, protagonista de la charla TED que te compartiremos más adelante, nos explica cuáles ejercicios nos ayudan a aprender a regular nuestros pensamientos, cómo podemos controlar nuestras emociones y comportamientos de manera productiva sin importar nuestras circunstancias. Ella asegura que hay tres tipos de creencias destructivas que nos vuelven menos efectivos y nos quitan nuestra fuerza mental:
El primer tipo son las creencias dañinas sobre nosotros mismos.
Tendemos a sentir lástima de nosotros y mientras está bien entristecerse cuando algo malo sucede, la autocompasión va más allá. Es cuando empiezas a aumentar tu desdicha, cuando piensas en cosas como, “¿Por qué siempre me pasan estas cosas?”, “Yo no debería tener que lidiar con esto.” Esa forma de pensar nos bloquea, nos centra en el problema, y nos impide encontrar una solución.
El segundo tipo son las creencias dañinas sobre los demás.
Pensamos que los demás pueden controlarnos y les regalamos el poder. Por ejemplo, cuando uno dice, “tengo que trabajar hasta tarde,” uno entrega su propio poder. Sí, quizá habrá consecuencia si uno no trabaja hasta tarde, pero aún eso es una elección. O, cuando elegimos hablar mal de alguien, quizá esa no sea una buena persona, sin embargo, depende de nosotros mismo como responder.
El tercer tipo son las creencias malsanas sobre el mundo.
Solemos pensar que el mundo está en deuda con nosotros. Pensamos, “si pongo empeño
trabajando duro, entonces merezco tener éxito”, pero esperar a que el éxito caiga en el regazo como una especie de recompensa cósmica, sólo llevará a la decepción.
Es duro deshacerse de esas creencias nocivas que llevamos encima por tanto tiempo. Sin embargo, no nos podemos dar el lujo de no renunciar a ellas porque, tarde o temprano, vamos a alcanzar un momento en la vida en el que necesitaremos toda la fuerza mental que podamos reunir.
La fortaleza mental es muy parecida a la fortaleza física: Si quisiéramos ser físicamente fuerte, hay que ir al gimnasio y levantar pesas, pero si realmente se quieren ver resultados, hay que dejar de comer comida chatarra. Con la fuerza mental pasa igual. Si se quiere ser fuerte mentalmente, necesitamos buenos hábitos como practicar la gratitud, también debemos renunciar a los malos hábitos, como la envidia al éxito de los demás. Sin importar qué tan frecuentemente suceda, nos impedirá avanzar.
Descubre la charla completa dando clic en el siguiente video:
Para complementar la información anterior, te presentamos 10 ejercicios para hacerte mentalmente más fuerte, desarrollados por el equipo de psicólogo de Siquia.
- Deshazte de los pensamientos negativos. No es posible fortalecer la mente si pensamos que no funcionarán los ejercicios. Aunque pueda resultar un proceso duro, cuanto más se esfuerce uno, más posibilidades tendrá de alcanzar los logros que se propone. Hay que ser positivo y realista a la vez que tenemos que eliminar los pensamientos dañinos y negativos. Si solos no podemos, conviene recurrir a un psicólogo y a la terapia online para mejorar nuestra autoestima y autoconfianza.
- Ponte metas factibles. No comiences apuntando alto porque acabarás decepcionado. Si te marcas un objetivo que se puede alcanzar a corto plazo, te sentirás motivado y con confianza para ir a por el siguiente. También, podrás conocer cuáles son más ambiciosos y cuales menos desafiantes. En el caso contrario, es bastante probable que la frustración acabe con tu ilusión.
- Prepárate para el éxito. Si modificas tu entorno conseguirás que tu vida sea más fácil. Por ejemplo, si quieres comer sano debes dejar de comprar comida basura. De este modo no agotarás tu energía mental. Los cambios se consiguen modificando las rutinas cotidianas, generando nuevos hábitos. No intentes hacerlo todo de golpe, mucho mejor poco a poco y consolidando los pasos que demos.
- Desafíate cada día. Si a diario te planteas acciones fuera de tus límites, conseguirás que con pequeños pasos alcances tus metas. Debes esforzarte por ser un poco mejor hoy de lo que eras ayer.
- Tolera la incomodidad. Seguir haciendo lo mismo te puede encaminar a resultados poco saludables. La próxima vez que sientas malestar, recuerda las metas que te propusiste al inicio. Tolerar las emociones incómodas puede ayudarte a ganar la confianza que necesitas.
- Equilibra tus emociones. Para tomar las mejores decisiones, equilibra tu lógica y emociones. Entonces, independientemente del tamaño o importancia de la decisión, revisa que equilibras tus emociones con la lógica. Si estás demasiado ansioso, enfadado o emocionado puedes tomar una decisión emocional. Lo mejor es escribir una lista de pros y contras de cada decisión importante que tomes a través de un diario emocional.
- Cumple tu propósito. Escribe tus objetivos. En caso de no tenerlos claro es difícil mantener el rumbo. Cuando tengas dificultades para dar el siguiente paso, recuerda por qué es importante seguir adelante. Concéntrate en tus objetivos diarios, pero asegurándote de que los pasos que estás siguiendo te llevarán a una meta mayor a largo plazo.
- No busques excusas. En el caso de no alcanzar el objetivo, examina las razones en vez de poner excusas por tu comportamiento. Busca una explicación que te ayude a hacerlo mejor la próxima vez o déjate ayudar por un profesional. De la misma manera que ves normal acudir a un dietista para perder peso, o un entrenador para correr mejor, asume que un psicólogo es la persona que necesitas para alcanzar logros personales. Asume toda la responsabilidad por cualquier fallo sin culparte. Cuando te enfrentas y reconoces tus errores, puedes aprender de ellos y evitar repetirlos.
- Utiliza la regla de los 10 minutos. Hay una regla de los 10 minutos que resulta útil cuando te sientes tentado a posponer algo importante. Por ejemplo, si te das cuenta de que estás sentado en el sofá cuando deberías ir a entrenar, recuérdate que debes moverte durante 10 minutos. Si tu mente todavía está luchando contra tu cuerpo después de 10 minutos, es señal de que el esfuerzo tendrá que ser mayor, lo que indica que el objetivo se alcanzará más tarde de lo planteado. Comenzar es casi siempre la parte más difícil.
- Demuéstrate que estás equivocado. La próxima vez que creas que no puedes hacer algo, demuéstrate que estás equivocado. Comprométete, eres más capaz de lo que crees. Con el tiempo, tu cerebro dejará de subestimar tu propio potencial.
Para más información ingresa a: siquia.com/blog/10-ejercicios-para-hacerte-mentalmente-mas-fuerte
Por: Andrea Carolina Pedroza
Equipo de redacción de Los Mejores Colegios