En el Colegio Cumbres, gracias a la pandemia, hemos redescubierto la importancia de los ojos en la educación personalizada. De regreso a las clases presenciales, nos pudimos dar cuenta de que lo poco que quedaba al descubierto de las personas con las que nos encontrábamos eran los ojos y, principalmente, en el aula, pasamos de ver pantallas oscuras o una imagen a través del computador a ver los ojos de nuestros estudiantes.
Las manos y el rostro son característicos de las personas, porque a través de ellos, podemos identificar sensaciones o emociones que nos hablan más allá de las palabras. Con una expresión del rostro podemos darnos cuenta cuando alguien está feliz o le ha molestado algo; o en el contexto del aprendizaje, cuando alguien logró comprender o, por el contrario, se le ha dificultado; cuando el maestro se siente feliz por el triunfo de sus estudiantes o la esperanza de que el siguiente será un mejor día.
Y la pandemia nos ha limitado poder ver el rostro, pero nos ha quedado poder hablar a través de las manos y de los ojos. Dice la frase popular: “los ojos son la ventana del alma”; y es que, si nos detenemos a pensar, los ojos son el punto de conexión con el interior de las personas, a través de los ojos un padre puede descubrir si su hijo le está diciendo la verdad; con la mirada una madre es capaz de expresar todo el amor que siente por su hijo o por su esposo; en los ojos de un maestro podemos descubrir el sentido profundo de su vocación por enseñar.
Esto es lo que hemos redescubierto en el Colegio Cumbres: “volver a mirarnos a los ojos”, porque en ese esfuerzo por comprender lo que las palabras no alcanzan a expresar, hemos tenido que fijarnos en aquello que los tapabocas pueden dejar al descubierto en el rostro: los ojos. Así, nuestros profesores y estudiantes no solo se han reencontrado en un espacio físico, sino que se han reencontrado con el alma de sus estudiantes, para reafirmar que la educación personalizada va más allá de los conceptos y las teorías; que está educación tiene un fin más profundo, que es ayudar a descubrir la felicidad de las personas.
Mirando a los ojos, reafirmamos que el reencuentro en el colegio exigía una nueva normalidad más allá de los protocolos. La nueva normalidad invita a mirar a los ojos, pues es a través de ellos en donde conectamos con el interior de las personas y solo con esa conexión, que implica conocer a la persona, podemos seguir adelante en el crecimiento tanto de conocimientos como de habilidades. Mirando a los ojos de cada estudiante, de cada miembro del equipo Cumbres, de cada padre de familia, podemos decir con seguridad que nuestra misión lo vale todo.
¡Qué bueno estar de tapabocas aún!, pero no perdamos la oportunidad de volver a vernos a los ojos y descubrir el motivo profundo por el cual hacemos lo que hacemos. En nuestro caso, más que ir a trabajar, dirigir un colegio o impartir clases, nos interesamos por la felicidad de cada persona. Sabemos que no la podemos proporcionar, pero podemos crear escenarios ideales para que cada uno descubra ese camino, el cual es único y personal como cada estudiante que nos acompaña en este año.
Para más información de esta gran institución ingresa a: www.cumbresbogota.edu.co
NOTA: El Colegio Cumbres es una institución ubicada en el municipio de Chía, con educación diferenciada, calendario B, bilingüe, fundada en 2000. Tiene como objetivo facilitar los procesos de formación y desarrollo de personas íntegras, que por su preparación humana, intelectual, espiritual y social, sean líderes católicos de acción positiva, que promuevan el auténtico desarrollo del ser humano y la sociedad.