La disciplina escolar en la Red internacional de Colegios Regnum Christi, es elemento fundamental del modelo educativo del Colegio Cumbres, y toda una oportunidad para que el ser humano alcance su madurez, la cual de acuerdo con el Decreto Optatam Totius del Concilio Vaticano II, se expresa en la apertura a Dios y a los demás, en la capacidad de amar como vocación personal, en la estabilidad de ánimo, en la toma de decisiones prudentes y en la rectitud al actuar.
De esta manera la disciplina, como intervención educativa y para los formadores, bien sean padres o maestros, no consiste sólo en la regulación de la conducta, que ayuda a formar el carácter, sino en formar para provocar un comportamiento correcto. Según Rodríguez (1998) la forma máxima de amor es la entrega de sí mismo reflejada en la auto posesión y el autodominio, y por lo tanto en la manifestación de la libertad.
En el Colegio Cumbres Bogotá, la disciplina formativa hace parte de la formación integral, es vista como virtud que conlleva a hacer el bien, requiere una pastoral del corazón o una pedagogía de la afectividad y un acompañamiento amoroso por parte de los formadores que se refleje directamente en el compañerismo y en la amistad entre todos los miembros de esta gran familia.
Los invita a ser suaves en la forma y firmes en el fondo, a motivar para exigir de acuerdo con la edad, a integrar la debilidad y a cuidar el ambiente. Cada formador a nivel personal y grupal cuida al otro brindando atención, conociendo profundamente a las personas y a las circunstancias. Además, propicia la proactividad al enfrentar los problemas, la gestión de normas y límites y las consecuencias formativas.
La disciplina formativa es así, un arte que no sólo requiere conocimiento, técnica y práctica, sino aprovechar todas las oportunidades para formar a los niños y adolescentes en la libertad y responsabilidad a través de hábitos que los lleven a ser autónomos, en virtudes a ser buenos, en la formación de su conciencia para que sean buscadores de la verdad y en la formación de la voluntad y de la afectividad para ser dueños de sí, y por lo tanto libres y maduros.