La identidad define quiénes somos, cómo nos sentimos y qué nos representa. Durante la adolescencia, la búsqueda de esta identidad se convierte en un proceso muy importante.
El psicólogo clínico y del desarrollo y profesor estadounidense, James E. Marcia, desarrolló una teoría para explicar los cuatro estadios de la identidad adolescente, y cómo se pasa por cada uno de ellos; es decir, cómo evoluciona la identidad adolescente y qué cambios sufre.
A su teoría llegó gracias a sus investigaciones, a partir de cientos de entrevistas a adolescentes, y con todo ello propuso la existencia de cuatro tipos de estado de identidad durante la adolescencia.
Las cuatro categorías difieren según la presencia o ausencia de crisis y compromiso, dos elementos que autores anteriores, como el psicoanalista estadounidense Erik Erikson, experto en psicología y desarrollo, consideraron cruciales para la formación de la identidad.
Crisis y compromiso: dos factores clave en la identidad
Antes de conocer cómo evoluciona la identidad en la adolescencia, a partir de las cuatro fases de Marcia, vamos a conocer qué se entiende por crisis y por compromiso, los dos elementos clave en la identidad.
Marcia definió la crisis como un período de toma de decisión consciente del adolescente (no es tanto una “crisis vital”). Por su parte, el compromiso es la inversión personal que hace cada persona en una determinada ocupación, hobbie o sistema de creencias (lo que tiene que ver con la ideología de cada adolescente).
La combinación de estos dos elementos, es decir, la ausencia o presencia de la crisis y el compromiso, determinará los cuatro niveles o estatus de la identidad adolescente.
Cuatro tipos de identidad adolescente
Hablamos de los cuatro tipos de identidad adolescente; o más bien, de los cuatro estadios por los que puede pasar la identidad a medida que el adolescente madura y vive crisis personales y se compromete (o no) con las cosas, con sus ideales y con su futuro, etc.
¿Cómo puede ser esta identidad y de qué depende?
En esta fase no hay crisis ni compromiso por parte del adolescente. Esto quiere decir que, en este nivel, el adolescente se encuentra confuso y siente incertidumbre respecto al camino a elegir para la formación de su identidad.
En otras palabras: se siente perdido, sin saber qué hacer. En esta etapa, el adolescente también puede sentirse apático y desorientado, con cierto caos en su vida.
Aún no ha experimentado la crisis existencial que implica preguntarse “¿quién soy yo?”, o “¿qué quiero hacer con mi vida?”. Y tampoco tiene claras las respuestas.
Identidad hipotecada
En este estadio de la identidad, que también se conoce como exclusión de la identidad, no existe crisis pero sí compromiso. Hablamos en este caso de adolescentes que están comprometidos con posiciones ocupacionales e ideológicas (empiezan a escoger qué hacer), pero que no han experimentado aún una crisis.
Sucede que muchos jóvenes atajan la búsqueda de identidad sin reconsiderar nunca los valores de los padres (no se cuestionan tanto las cosas; simplemente, siguen el camino que “se espera” de ellos).
El resultado de todo ello es una identidad prematura, en la que el adolescente acepta los roles anteriores y los valores de los padres en bloque, en lugar de explorar alternativas y forjar verdaderamente su propia identidad.
Identidad consolidada: logro de la identidad
En este estado ya existe crisis y compromiso; esto quiere decir que ya se logra la identidad; a partir de la toma de conciencia de ciertas cosas (crisis), se llega al compromiso (inversión personal en algo).
Así, el objetivo final de todas estas fases se alcanza cuando los adolescentes logran su nueva identidad gracias al establecimiento, de forma ideal, de sus propios objetivos y valores, abandonando algunos de los que habían establecido los padres y la sociedad.
En este estadio también aceptan nuevos valores; en definitiva: encuentran los suyos propios.
Identidad adolescente: evolución
Las cuatro categorías de identidad no son permanentes, y pueden modificarse durante el desarrollo de las personas.
Generalmente, eso sí, se suele empezar por la fase difusa (el adolescente se siente confuso), y terminar en el cuarto estadio (el del descubrimiento de la propia identidad).
Por otro lado, sabemos que, desde finales de la adolescencia en adelante, son cada vez más las personas que se encuentran en estados de moratoria o de logro; es decir, buscando o encontrando su propia identidad y madurez. ¡Es algo normal!
Sin embargo, muchos, incluso como adultos jóvenes, permanecen en las etapas de difusión o exclusión (sin saber hacia dónde ir, sin reconocerse…). Cada persona deberá trazar su propio camino, y como padres, es importante que podamos acompañar a nuestros hijos en este proceso.
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Por: Mariana Marroquín Ortiz
Equipo de redacción de Los Mejores Colegios