En el Colegio Campestre San Diego, se persigue la premisa de formar estudiantes pilos y felices. Pilos al ser protagonistas de su propio proceso de aprendizaje, motivados a buscar comprender lo que los rodea, guiados por las preguntas y proyectos propuestos por sus docentes. La curiosidad y la creatividad son siempre nuestro motor para lograr un aprendizaje significativo y estimulante.
En este momento, la palabra estimulante cobra gran relevancia para abordar lo que es el centro de este texto. En un mundo en donde se busca homogenizar la humanidad y sus cualidades, los estímulos visuales, auditivos y táctiles se reducen y se planean con meticulosidad. Afortunadamente, como civilización aún tenemos una fuerza que se opone a esta demarcación, la naturaleza. Es por esto por lo que el interactuar en el aire libre se volvió un objetivo clave en nuestro proceso formativo.
De aquí nace la Granja San Diego, un espacio que sin duda es el oasis de nuestro colegio. En él cultivamos vegetales, comemos zanahorias recién sacadas de la tierra, y entendemos de dónde vienen nuestros alimentos. Al vivir y usar nuestro propio esfuerzo para conseguir una lechuga, el desperdicio de comida se vuelve inimaginable, no porque se los digamos en el tablero, sino porque el colegio les provee una experiencia real. Los niños preparan la tierra para poder sembrar, pueden visualmente entender cómo crecen las raíces de una planta y el por qué necesitamos aflojar la tierra para ayudarles en ese proceso.
Comprenden que todo requiere tiempo y paciencia, una enseñanza vital para los niños en este mundo de inmediatez. Aprenden a esperar meses para cosechar sus siembras, y también viven la sensación que produce que una helada o una plaga acabe con nuestro esfuerzo. Así es la naturaleza, y así es la vida misma. La perseverancia llega como enseñanza en todo momento.
Además de la huerta, contamos con varias especies animales que nos permiten estudiar los ciclos de vida y necesidades de los diferentes seres vivos en directo. Conejos, curíes, caballos, gallinas y patos son los miembros de nuestra comunidad más queridos. Los niños los alimentan, los acicalan y buscan continuamente mejorar sus casas y recintos. La interacción con ellos les permiten aprender a dar respeto, espacio y dignidad a todas las formas de vida. Son sin duda, una manera explícita de aprender que no estamos solos en el planeta, y cómo seres humanos jugamos un papel en su cuidado y futuro.
Si bien todos los niños y jóvenes de la comunidad escolar tienen acceso y experiencia en la granja San Diego, hay algunos que se interesan y apasionan por el trabajo en esta. Es por esto que se formó el grupo Roots and Shoots San Diego. Este ambiente de aprendizaje, en donde se pueden inscribir libremente niños desde primero de primaria hasta once, es el espacio para que aquellos que tienen una especial afinidad por el medio ambiente puedan desarrollar esa pasión. El nombre Roots and Shoots viene de pertenecer al grupo internacional con el mismo nombre, fundado por la Doctora Jane Goodall, primatóloga famosa por sus estudios con chimpancés. La iniciativa de Roots and Shoots nació en 1991 en Dar es Salaam, Tanzania. Hoy en día agrupa movimientos ambientales juveniles de más de 100 países alrededor del mundo, siendo Roots and Shoots San Diego parte de ellos.
Esta iniciativa tiene como objetivo formar individuos empáticos, capaces de identificar y abordar problemáticas de su comunidad, convirtiéndose en el proceso en los ciudadanos compasivos y activos que el mundo necesita. Trabajamos en tres ejes principales: Medioambiental, animalista y social. El eje medioambiental se enfoca en abordar temas de sostenibilidad y uso de los recursos, en el cuál los niños han propuesto soluciones al uso desmedido de plástico o a la incorrecta separación de basuras dentro de la comunidad. El eje animalista se enfoca en los derechos básicos de todo ser vivo, y en este hemos trabajado en el comportamiento necesario para tratar con los animales de nuestra granja, respetar su tranquilidad manejando un volumen de voz adecuado y tratándolos con cuidado. Por último, el eje social se enfoca en que los niños reconozcan que para conservar la naturaleza es indispensable invertir en la dignidad humana. Por medio de este eje, los niños realizaron campañas de recolección de víveres para una fundación de abuelos de nuestro sector cercano. Los visitaron y compartieron una tarde con ellos. Este eje es sin duda uno de los más importantes, pues les ayuda a comprender su rol dentro de su comunidad humana y el impacto que este a su vez tiene en la conservación de la naturaleza.
Finalmente, la granja y el ambiente de aprendizaje Roots and Shoots San Diego terminan siendo la oportunidad que el colegio le brinda a los niños para no aprender de las experiencias de otros, sino vivir sus propias y contarlas.
Especial para Los Mejores Colegios
Por: Ángela María Delgado Barrera
Profesora Biología Colegio Campestre San Diego