Educación diferenciada: ¿Inclusión o exclusión?: La rectora del Colegio Bilingüe Buckingham, Juliana Salazar, nos da su visión.
Necesitamos un modelo en el que los estudiantes no compitan entre ellos, sino que se ayuden y cada uno dé lo mejor de sí mismo dentro de su potencial.
Cuando hablamos de inclusión en los colegios y los esfuerzos por atender la diversidad de capacidades, muchas veces me he preguntado si esos esfuerzos están más orientados a la exclusión que a la inclusión. Recibir a un estudiante con una dificultad de aprendizaje, cognitiva o física, no necesariamente significa que va a vivir la misma experiencia escolar que los otros. “Invitar a la fiesta no es lo mismo que sacar a bailar”, dicen por ahí.
Lo digo porque muchas de las estrategias que veo en los colegios cuando se recibe a un estudiante con una necesidad especial consisten en alejarlo del grupo para recibir instrucción especializada en otros espacios.
Sin duda, tener apoyos externos al aula para cerrar brechas son necesarios siempre y cuando sea algo puntual y temporal. Porque cuando es permanente, es ahí cuando no estamos incluyendo sino excluyendo. ¿Estamos sacando a los estudiantes del salón solamente para cerrar brechas? O ¿También los estamos sacando para no perjudicar la dinámica de los estudiantes estándar?
Necesitamos un modelo que no mande la señal ni al grupo ni al estudiante “diferente” de su necesidad de ser sacado constantemente de un espacio porque no puede desempeñarse igual. La motivación desempeña un papel importante en el aprendizaje y ¿cuál motivación tiene un estudiante si a menudo se le recuerda que no es apto para estar con otros? Por otro lado, ¿cuál es la empatía que desarrolla el grupo si a menudo se le recuerda que ese estudiante no es apto para todo? Necesitamos un modelo en el que los estudiantes no compitan entre ellos, sino que se ayuden y que cada uno dé lo mejor de sí mismo dentro de su propio potencial.
La inclusión no significa tener compasión y abrir las puertas de un colegio para que un niño tenga donde estudiar. La inclusión es realmente ser parte del grupo, valorar la diferencia y entender que todos nos beneficiamos cuando aprendemos de los otros.
Muchos colegios están preparándose para la inclusión, otros ni se han pellizcado, algunos dicen ya estar listos, pero ¿cuántos realmente ofrecen una experiencia educativa parecida a la de los demás? Contados con los dedos. Y no los culpo. Es difícil, pero es más difícil cuando las decisiones se toman desde el miedo. ¿Miedo a qué? ¿A que los que aprenden parecido se desesperen? ¿A que no aprendan por interrupciones? ¿A que haya conflicto? ¿A que un profesor no sepa manejar la situación? Claro, se pueden presentar situaciones ¿Y? De eso se trata la educación, de aprender todos los días lo que venga ¿Por qué no en lugar de cuestionarnos desde el miedo, lo hacemos desde la oportunidad? Qué tal preguntarnos: ¿Cómo puedo llevar al grupo a otro nivel socio emocional gracias al entendimiento de la diferencia? ¿Cómo me capacito y cómo diseño un currículo que ayude a cada uno a llegar a los objetivos por caminos diferentes?
La inclusión es realmente ser parte del grupo, valorar la diferencia y entender que todos nos beneficiamos cuando aprendemos de los otros
Además de la motivación, está demostrado que el modelaje es esencial. Tuve la oportunidad de conocer el Preescolar Susan Grey en Nashville, Estados Unidos, el cual desde 1968 ofrece educación integral para niños de todas las edades y todas las capacidades. El colegio cuenta con clases inclusivas donde niños con discapacidades y niños en desarrollo típico aprenden y juegan juntos todo el tiempo. Cuando visité los diferentes espacios, fue maravilloso ver cómo todos están integrados y cómo es difícil notar la diferencia, pues todos hacen lo mismo. Este modelo demuestra cómo una educación inclusiva mejora en los niños con discapacidades la autoestima y la confianza, las habilidades lingüísticas y de comunicación, la coordinación motora y las habilidades físicas. También se ha visto reducción en los síntomas del autismo y otros trastornos del desarrollo. En los niños de todas las capacidades, el modelo demuestra que desarrolla habilidades sociales y emocionales, mejora la interacción social y aumenta la resolución de problemas y el pensamiento crítico.
Susan Grey cree en el valor de la diferencia como herramienta para superar las barreras que la sociedad impone a quien no encaja en la “normalidad”. En 1968, cuando se lanzó, seguramente tenía miedo, pero los miedos fueron superados por la gran oportunidad que representaba atender un vacío que existía. Hoy, hago la invitación a todos los colegios a lanzarse a incluir, lanzarse a “invitar a bailar” y valorar la oportunidad que esto tiene para cambiar las vidas de todos.
Leer versión original en: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/inclusion-o-exclusion-el-dilema-de-la-educacion-diferenciada-3394198
Conoce el enfoque del Colegio Buckingham en el portal de Los Mejores Colegios.