La Semana por la Paz en el Colegio Unidad Pedagógicade Bogotá: ¿Cómo abordamos la paz desde el arte?
La última semana de agosto se llevó a cabo la Semana por la Paz, un espacio anual en el que la comunidad escolar hace un alto en sus rutinas para reflexionar sobre el significado de la paz y explorar múltiples formas de prevenir y resolver conflictos, tanto a nivel personal como colectivo. Este año, el punto de partida fue el arte: entendimos la creación artística no solo como expresión, sino como herramienta de escucha, memoria y reparación.
Durante la semana, los estudiantes participaron en actividades y proyectos enmarcados en esta temática. Uno de ellos fue un ejercicio centrado en el tejido: construir un telar colectivo que funcionara como metáfora y como práctica. A través del trabajo manual, la conversación y la escucha, los alumnos pusieron en relación experiencias personales, historias familiares y reflexiones grupales sobre el conflicto y la construcción de paz.
“El tejido y el conflicto se entrelazan como hilos de una misma historia” dice Juan Camilo, maestro de tercero “B”. “Cada nudo, cada ruptura, recuerda las tensiones y las heridas que dejan los conflictos, pero también la posibilidad de volver a unir lo que parece perdido. Tejer, en medio del dolor, se convierte en un acto de resistencia y esperanza, porque con cada puntada, cada nudo y cada palabra, se reconstruye la memoria y la dignidad de quienes han atravesado momentos difíciles. Así, el tejido simboliza la capacidad humana de transformar el conflicto en aprendizaje, de recomponer la vida con paciencia y amor, hasta convertir la fractura en un nuevo diseño cargado de significado.”
A través de la construcción del telar, todos los miembros de la comunidad coincidimos en que el proceso mismo —más que el producto final— es la propia cotidianidad en el colegio, el lugar donde aprendemos habilidades de diálogo, empatía y responsabilidad compartida.
La Semana por la Paz mostró que el arte, cuando se integra como práctica pedagógica, transforma la escuela en un laboratorio de convivencia. Para la educación en Colombia esto plantea varias reflexiones: necesitamos currículos que reconozcan la centralidad de las prácticas artísticas y de memoria; formación docente que acompañe procesos sensibles; espacios escolares y proyectos de reparación simbólica desde la creatividad colectiva.
La Unidad Pedagógica es un Territorio de Paz, lo que significa que apostamos por estas rutas, en las que las aulas dejan de ser solo lugares de transmisión de contenidos para convertirse en espacios donde se aprende a escuchar, a fortalecer y recomponer vínculos y a construir paz día a día.
Dejamos así una cálida invitación a seguir tejiendo: a replicar, adaptar y pensar estas experiencias para que la educación sea, verdaderamente, una herramienta de transformación social.
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