La sociedad contemporánea está obsesionada con la búsqueda de la felicidad, el confort, la evasión de la frustración. Somos una sociedad hedonista que ha aprendido a construir vidas de imagen, socialmente aceptables. Asociamos la felicidad con el poseer, el tener y nos pasamos la vida comparándonos, lo cual casi siempre nos lleva a ser infelices.
Entonces, en realidad lo que deberíamos buscar no es la felicidad, sino la posibilidad de trascender. Siendo la educación un oficio que trata a diario con personas, la propia y la de los demás, nos ofrece una opción para ir más allá. El maestro, es una persona con talento para construir y deconstruir, entre más difícil sea el contexto en el que se encuentre, el docente tiene la habilidad para generar prácticas que transformen el pensamiento, logrando trascender en las vidas que interactúan con él y en la suya propia.
Es así como la docencia nos hace pertenecer a un lugar o incluso a muchos lugares, a un grupo, a una realidad. Poner en práctica el talento de enseñar a diario nos permite perfeccionarnos, hallar un sentido a nuestra labor, encontrar un propósito en lo que hacemos. Cuando un maestro llega a este nivel de conciencia, se convierte en un agente propositivo, transformador, es el primero en proponer iniciativas, alternativas de trabajo.
Siempre encontraremos cosas buenas y malas en nuestro ejercicio docente, en nuestras vidas profesionales, personales y laborales. La pregunta es, ¿cómo lo enfrentaremos?, evitaremos las dificultades buscando la felicidad o trascenderemos cruzando las dificultades, encontrando un sentido a nuestra labor docente que nos permita con el paso del tiempo construir una historia de lo que fue nuestra vida docente llena de aprendizajes, no solo los que brindamos, sino también los que recibimos.
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Especial para Los Mejores Colegios
Redacción por:
Luz Ángela Niño
Coordinadora Académica del Gimnasio Toscana