Conoce los aspectos positivos y de enseñanza que nos ha dejado la pandemia causada por el Covid-19, desde la perspectiva de Olga Uribe, psicóloga del colegio San Bartolomé La Merced.
Hace un año la vida nos dio un giro importante en nuestras vidas, en nuestra forma de pensar, actuar, relacionarnos, cuidarnos, asumir y enfrentar nuevos retos.
De un momento a otro tuvimos que parar en seco, ya no podríamos ir a trabajar a nuestras oficinas, volver al colegio, salir a disfrutar de los lugares de esparcimiento: restaurantes, teatros, gimnasios, parques, centros comerciales, entre otros. Nos vimos obligados a hacer cambios abruptos en nuestros estilos de vida, ahora nuestras casas se empezaban a convertir en nuestros lugares de trabajo, de descanso, de ejercicio, de juego, de unión con nuestras familias… nuestro todo.
Iniciamos a transitar en espacios que tal vez antes no recorríamos, tal vez el estudio, el mismo cuarto, las zonas sociales de nuestras casas. Empezamos a leer a nuestras familias y seres queridos con otros ojos, a reconocer en ellos otras bondades, otras necesidades, a volver a encontrarnos con aquellos miembros de las familias que por estar lejos no frecuentábamos, pero que con los medios virtuales volvimos a acercar; a poner nuestra mirada en nuestros abuelitos para cuidarlos, atenderlos y hacerlos partícipes en algunos casos de la crianza de los hijos o de la compañía en nuestros hogares, empezamos a reconocer en nosotros otros recursos que tal vez no habíamos reconocido, pero…¿qué nos dejó este tiempo?
Muchas cosas hemos escuchado acerca del impacto de la pandemia, en su gran mayoría negativas, como, por ejemplo: el aumento de la violencia intrafamiliar en algunos hogares, poca estimulación de las habilidades, corporales o socioemocionales, dificultad para hacer uso de la virtualidad, alteración de los niveles de atención y concentración de los niños para conectarse en sus clases virtuales, en fin… aquellos que por la situación han perdido sus trabajos o han tenido que cerrar sus negocios. Por otro lado, se escucha también sobre situaciones dolorosas…la muerte de algunos seres queridos, de personas conocidas, de no poder acompañarlos en la clínica y en otros casos, no poder estar presentes en su lecho final.
Pero quiero también invitarlos a reflexionar acerca de aquello positivo que nos ha dejado la pandemia, por ejemplo:
- Reconocer en los miembros de nuestra familia aquellas habilidades que no habían surgido porque no las habíamos tenido que poner a prueba o recuperamos rituales sencillos como escuchar relatos, cocinar, pintar, jugar, inventar, organizar, innovar, aprender, desaprender.
- Descubrir formas de trabajar, la forma de relacionarse con el mundo laboral.
- Encontrar en los niños aquellos aspectos escolares que no se veían cuando estaban en el colegio, de conocer cómo los maestros manejan, organizan, se reinventan para enseñar a los niños, aquellos “detrás de cámaras” que nunca vemos.
- Poder valorar aquellas labores que no hacemos pero que otros hacen por nosotros: responsabilizarnos como familias para mantener nuestras casas limpias.
- Manejar una nueva forma de organizar nuestras agendas, las personales y las familiares, para poder dar cumplimiento a los diversos roles que asumimos.
- Cuidarnos para poder cuidar a otros, tal vez nunca habíamos sido tan solidarios y con un interés común como en este momento dónde, a nivel mundial, todos estamos tratando de pensar en todos.
Ahora, cuando poco a poco volvamos a frecuentar los lugares y espacios antiguos ¿Qué me queda? ¿Qué llevo conmigo? ¿Qué me ha transformado?
Y tú… ¿Qué quieres reconocerle a la Pandemia? Y tú… ¿Qué quieres agradecerle a la Pandemia?
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Redacción por: Olga L. Uribe Navarro
Psicóloga Preescolar, Ciclo 1
Servicio de Asesoría Escolar
Colegio San Bartolomé La Merced