Artículo de opinión del Colegio Americano de Barranquilla: educación y bienestar
El Colegio Americano de Barranquilla expone una reflexión profunda sobre los cambios acelerados que ha vivido la humanidad desde la década de los 80, especialmente con la llegada de la telefonía celular y el posterior crecimiento de Internet. Estos avances, inicialmente concebidos para acortar distancias, facilitar la vida y acercar a las personas que se encontraban lejos, terminaron transformando radicalmente la manera en que niños, adolescentes y adultos perciben el mundo.
En sus inicios, la telefonía móvil generó asombro: madres podían saber de sus hijos en segundos, las familias se sentían más conectadas y la sociedad descubrió nuevas posibilidades de interacción que antes parecían imposibles. Sin embargo, con el tiempo la accesibilidad inmediata a la información, la omnipresencia de las redes sociales y la aparición de nuevas plataformas de comunicación provocaron que este avance tan beneficioso también diera lugar a una dependencia que no se detuvo con los años.
Hoy, con un flujo constante de información proveniente de redes sociales, servicios de mensajería, plataformas de video, streaming, foros y buscadores, los adolescentes viven inmersos en un entorno digital que moldea su forma de ver la realidad. Los padres, a su vez, recurren a la tecnología como respuesta rápida a situaciones cotidianas para las que no existen precedentes, porque esta nueva era avanza más rápido que la capacidad de adaptación de las familias.
Esta dependencia tecnológica trae consigo efectos que apenas se reconocen cuando los jóvenes necesitan herramientas que ya no encuentran en sí mismos: habilidades de afrontamiento emocional, capacidad de reflexión, autonomía y pensamiento abstracto. Como lo menciona Pickhardt (2012), los adolescentes buscan ajustarse a la norma social de su entorno, lo que significa que cuando ese entorno está dominado por la inmediatez y la sobreestimulación digital, se reduce la necesidad de pensar por sí mismos y se delega la reflexión a algoritmos o inteligencias artificiales. A largo plazo, esto puede debilitar la capacidad de resolver problemas simples, enfrentar situaciones complejas y manejar adecuadamente las emociones, lo que incrementa los riesgos en la salud mental.
En este contexto, la familia y la escuela se convierten en agentes esenciales para promover la introspección, la criticidad y la autonomía emocional. Por eso, el Colegio Americano de Barranquilla ha asumido un rol activo y consciente en la formación integral de sus estudiantes. La institución cuenta con un equipo especializado llamado Ser Bien Estar, encargado de acompañar el crecimiento socioemocional de cada estudiante desde una mirada cercana y humana. Este equipo desarrolla procesos orientados a fortalecer la inteligencia emocional, consolidar relaciones sanas, promover la autorregulación y facilitar una adecuada construcción del autoconcepto, especialmente en una etapa como la adolescencia en la que emergen transformaciones profundas relacionadas con la identidad, la autonomía y la nueva dimensión psicoemocional del cuerpo (Estremera, 2023).
El acompañamiento se materializa a través de grupos focales con estudiantes, espacios de formación para familias y estrategias de educación digital. Algunas temáticas destacadas incluyen “Un mundo a colores”, “Presencia que impacta” y “Nuestros hijos se crecieron”. Además, en los espacios “Expertos al aula”, se trabajan temas como la protección de la identidad digital, la ciberseguridad para padres y la resolución de conflictos entre pares. Todo esto busca fortalecer los vínculos familiares y brindar herramientas que permitan hacer frente a los retos que plantea la era digital.
En el ámbito académico, el Colegio Americano también promueve el pensamiento crítico desde los 11 años, etapa en la que se inicia un desarrollo más consciente de la autonomía. Los docentes incentivan la observación, la experimentación y la capacidad para formular hipótesis basadas en evidencia, permitiendo a los estudiantes comprender fenómenos reales mediante experiencias significativas. Entre ellas, destacan la creación de productos orgánicos provenientes de la huerta escolar, el diseño de mejoras para la planta física con enfoque inclusivo, y la introducción al sistema braille como estrategia para promover la empatía y la inclusión.
Estas experiencias potencian la resolución de problemas reales y fortalecen habilidades como el razonamiento lógico, la creatividad, la empatía y el sentido de pertenencia.
En coherencia con esta filosofía, el Colegio Americano se adentra también en la cultura Maker, inspirada en el principio de que “todos somos creadores” (Dougherty, 2011). Bajo esta perspectiva, la institución integra disciplinas como robótica, electrónica, carpintería, textiles electrónicos y programación, utilizando herramientas como impresoras 3D, microprocesadores y materiales inteligentes. Esto fomenta la creatividad y el trabajo colaborativo, convirtiendo a los estudiantes en inventores capaces de transformar ideas en soluciones reales, tal como lo plantean Martínez y Stager (2021).
Finalmente, el artículo invita a las familias a reflexionar profundamente sobre el tipo de escuela que desean para sus hijos. No basta con evaluar lo tradicional; es necesario considerar los desafíos actuales: la velocidad del mundo, la exposición constante a estímulos, la necesidad de pensamiento crítico y la importancia de un acompañamiento emocional sólido.


