El compromiso de crear entornos educativos seguros requiere, en primer lugar, reglas aplicables a todos. Establecer normativas que fomenten la seguridad y el respeto es esencial. Además, la evaluación y selección de personal desempeñan un papel fundamental para las instituciones educativas.
En el aspecto de identificación, es vital que la comunidad educativa aprenda a reconocer las señales de advertencia del grooming (el adulto o victimario) o de manipulación, fase previa al abuso sexual. Esto implica no solo la identificación de posibles víctimas, sino también la comprensión de cómo el agresor puede afectar a toda la comunidad, incluyendo a las familias.
Para respaldar aún más la importancia de implementar una Cultura de Seguridad en las instituciones educativas, es crucial examinar las cifras que reflejan la magnitud del problema del acoso, las drogas, el bullying y otras conductas inapropiadas.
Según estudios recientes, un 32% de estudiantes han experimentado algún tipo de acoso durante su trayectoria escolar. Esta cifra, aunque impactante, solo refleja la punta del iceberg, ya que muchos casos de acoso no se llegan a denunciar por miedo o desconocimiento.
En cuanto al consumo de drogas entre los jóvenes, las estadísticas muestran que el 20% de los estudiantes de secundaria en Europa han probado sustancias ilegales antes de cumplir los 18 años. En América Latina, las cifras son igualmente preocupantes, aunque varían según el país. Por ejemplo, en México, el 17% de los jóvenes de 15 a 19 años ha consumido drogas ilícitas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El bullying, por otro lado, afecta al 20% de los adolescentes en todo el mundo. Este tipo de acoso puede llegar a afectar la salud mental y emocional de los jóvenes, esta, requiere una pronta y efectiva acción por parte de las instituciones educativas y la comunidad en general.
En cuanto al abuso sexual, las cifras son igualmente preocupantes. Estudios muestran que aproximadamente 1 de cada 9 estudiantes reporta haber sido víctima de abuso sexual en algún momento de su vida escolar.
Estas cifras son un recordatorio de la importancia de abordar estos problemas de manera proactiva y eficaz. Al implementar una Cultura de Seguridad en las instituciones educativas, podemos proteger a nuestros jóvenes y crear entornos donde puedan prosperar y alcanzar su máximo potencial.
La respuesta ante un incidente debe ser integral y compasiva. Proteger a la víctima, detener el comportamiento inapropiado y asegurar canales claros de denuncia son parte de este proceso. La transparencia y comunicación con el denunciante son esenciales para fomentar la confianza.